Manuel Gutiérrez Nájera nació en México en 1859, murió en 1895.
Vivo observador y cronista de su época, fue uno de los fundadores de la Revista Azul, donde se difundía el modernismo de su país. Una parte importante se su obra se publicó en periódicos mexicanos. Muchos de sus trabajos parecieron bajo distintos seudónimos: El cura de Jalatlaco, El duque Job, Puck, Junius, Recamier, Mr. Can-Can, Nemo, Omega, entre otros.
Vivo observador y cronista de su época, fue uno de los fundadores de la Revista Azul, donde se difundía el modernismo de su país. Una parte importante se su obra se publicó en periódicos mexicanos. Muchos de sus trabajos parecieron bajo distintos seudónimos: El cura de Jalatlaco, El duque Job, Puck, Junius, Recamier, Mr. Can-Can, Nemo, Omega, entre otros.
Rip-Rip el aparecido
Este cuento yo no lo vi; pero creo
que lo soñé. ¡Qué cosas ven los ojos cuando están cerrados! Parece imposible
que tengamos tanta gente y tantas cosas dentro... porque, cuando los párpados
caen, la mirada, como una señora que cierra su balcón, entra a ver lo que hay
en su casa. Pues bien, esta casa mía, esta casa de la señora mirada que yo
tengo, o que me tiene, es un palacio, es una quinta, es una ciudad, es un
mundo, es el universo..., pero un universo en el que siempre están presentes el
presente, el pasado y el futuro. A juzgar por lo que miro cuando duermo, pienso
para mí, y hasta para ustedes, mis lectores: "¡Jesús! ¡Qué de cosas han de
ver los ciegos!" Ésos que siempre están dormidos ¿qué verán? El amor es
ciego, según cuentan. Y el amor es el único que ve a Dios. ¿De quién es la
leyenda de Rip-Rip? Entiendo que la recogió Washington Irving, para darle forma
literaria en alguno de sus libros. Sé que hay una ópera cómica con el propio
título y con el mismo argumento. Pero no he leído el cuento del novelador e
historiador norteamericano ni he oído la ópera… pero he visto a Rip-Rip.
Si no fuera pecaminosa la
suposición, diría yo que Rip-Rip ha de haber sido hijo del monje Alefo. Este
monje era alemán, cachazudo, flemático y hasta presumo que algo
sordo: pasó cien años, sin sentirlos, oyendo el canto de un pájaro. Rip-Rip
fue más yanqui, menos aficionado a músicas y más bebedor de whiskey: durmió
durante muchos años.
Rip-Rip, el que yo vi, se durmió, no
sé por qué, en alguna caverna a la que entró...quién sabe para qué. Pero no
durmió tanto como el Rip-Rip de la leyenda. Creo que durmiódiez años… tal vez
cinco… acaso uno… en fin, su sueño fue bastante corto: durmió mal. Peroel caso
es que envejeció demasiado, porque eso pasa a los que sueñan mucho. Y como Rip-Rip
no tenía reloj, y como aunque lo hubiese tenido no le habría dado cuerda cada veinticuatro
horas; como no se habían inventado los calendarios, y como en los bosques nohay
espejos, Rip-Rip no pudo darse cuenta de las horas, los días o los meses que
habían pasado mientras él dormía, ni enterarse de que era ya un anciano.
Sucede casi siempre: mucho tiempo antes de que uno sepa que es viejo, los demás
lo saben y lo dicen.
Rip-Rip, todavía algo soñoliento y
sintiendo vergüenza por haber pasado toda una noche fuera de su casa —él que
era esposo creyente y practicante— se dijo, no sin sobresalto:"¡Vamos al
hogar!"
¡Y allá va Rip-Rip con su barba muy
cana (que él creía muy rubia) cruzando a duras penas aquellas veredas casi
inaccesibles! Las piernas flaquearon, pero él decía: "¡Es efecto del
sueño!" ¡Y no, era efecto de la vejez, que no es suma de años, sino suma
de sueños! Caminando, caminando, pensaba Rip-Rip: "¡Pobre mujercita mía!
¡Qué alarmada estará! Yo no me explico lo que ha pasado. Debo de estar
enfermo... muy enfermo. Salí al amanecer… está ahora amaneciendo… de modo que
el día y la noche los pasé fuera de la casa. Pero ¿qué hice? Yo no voy a la taberna;
yo no bebo... Sin duda me sorprendió la enfermedad en el monte y caí sin
sentido en esa gruta... Ella me habrá buscado por todas partes... ¿Cómo no, si
me quiere tanto y es tan buena? No ha de haber dormido... Estará
llorando... ¡Y venir sola, en la noche, por estos vericuetos! Aunque sola...
no, no ha de haber venido sola. En el pueblo me quieren bien, tengo muchos
amigos... principalmente Juan el del molino. De seguro que, viendo la aflicción
de ella, todos la habrán ayudado a buscarme... Juan principalmente. Pero, ¿y la
chiquita?, ¿y mi hija? ¿La traerán? ¿A tales horas? ¿Con este frío? Bien puede
ser, porque ella me quiere tanto, y quiere tanto a su hija, y quiere tanto a
los dos, que no dejaría por nadie sola a ella, ni dejaría por nadie de
buscarme. ¡Qué imprudencia! ¿Le hará daño?... En fin, lo primero es que ella...
pero ¿cuál es ella?...
"Y Rip-Rip andaba y andaba... y
no podía correr. Llegó, por fin, al pueblo, que era casi el mismo... pero que
no era el mismo. La torre de la parroquia le pareció como más blanca; la casa
del alcalde, como más alta; la tienda principal, como con otra puerta; y las
gentes que veía, como con otras caras. ¿Estaría aún medio dormido? ¿Seguiría
enfermo?
Al primer amigo a quien halló fue al
señor cura. Era él: con su paraguas verde; con su sombrero alto, que era lo más
alto de todo el vecindario; con su breviario, siempre cerrado; con su levitón,
que siempre era sotana.
—Señor cura, buenos días.
—Perdona, hijo.
—No tuve yo la culpa, señor cura...
no me he embriagado... no he hecho nada malo... La pobrecita de mi mujer…
—Te dije ya que perdonaras. Y anda:
ve a otra parte, porque aquí sobran limosneros.
¿Limosneros? ¿Por qué le hablaba así
el cura? Jamás había pedido limosna. No daba para el culto, porque no
tenía dinero. No asistía a los sermones de cuaresma, porque trabajaba en todo
tiempo, de la noche a la mañana. Pero iba a la misa de siete todos los días de
fiesta, y confesaba y comulgaba cada año. No había razón para que el cura lo
tratase con desprecio. ¡No la había!
Y lo dejó ir sin decirle nada,
porque sentía tentaciones de pegarle... y era el cura. Con paso aligerado por
la ira siguió Rip-Rip su camino. Afortunadamente la casa estaba muy cerca… Ya
veía la luz de sus ventanas… Y como la puerta estaba más lejos que las ventanas,
acercóse a la primera de éstas para llamar, para decirle a Luz: "¡Aquí
estoy! ¡Ya no te apures!"
No hubo necesidad de que llamara. La
ventana estaba abierta: Luz cosía tranquilamente, y, en el momento en que Rip-Rip
llegó, Juan Juan el del molino— la besaba en los labios.
—¿Vuelves pronto, hijito?
Rip-Rip sintió que todo era rojo en
torno suyo. ¡Miserable!... ¡Miserable!... Temblando como un ebrio o como un
viejo, entró a la casa. Quería matar: pero estaba tan débil, que, al llegar
a la sala en que hablaban ellos, cayó al suelo. No podía levantarse; no podía
hablar; pero sí podía tener los ojos abiertos, muy abiertos, para ver cómo
palidecían de espanto la es— posa adúltera y el amigo traidor.
Y los dos palidecieron. Un grito de
ella —el mismo grito que el pobre Rip había oídocuando un ladrón entró a la
casa— y luego los brazos de Juan que lo enlazaban, pero no para ahogarlo, sino
piadosos, caritativos, para alzarlo del suelo.
Rip-Rip hubiera dado su vida, su
alma también, por poder decir una palabra, una blasfemia.
—No está borracho, Luz; es un
enfermo.
Y Luz, aunque con miedo todavía, se
aproximó al desconocido vagabundo.
—¡Pobre viejo! ¿Qué tendrá? Tal vez
venía a pedir limosna y se cayó, desfallecido de hambre.
—Pero si algo le damos, podría
hacerle daño. Lo llevaré primero a mi cama.
—No, a tu cama no, que está muy
sucio el infeliz. Llamaré al mozo, y entre tú y él lo llevarán a la botica.
La niña entró en esos momentos:
—¡Mamá, mamá!
—No te asustes, mi vida, si es un
hombre. —¡Qué feo, mamá! ¡Qué miedo! ¡Es como elcoco! Y Rip oía.
Veía también; pero no estaba seguro
de que veía. Esa salita era la misma... la de él. En ese sillón de cuero y
otate se sentaba por las noches cuando volvía cansado, después de
haber vendido el trigo de su tierrita en el molino de que Juan era
administrador. Esas cortinas de la ventana eran su lujo. Las compró a costa de
muchos ahorros y de muchos sacrificios. Aquél era Juan; aquélla, Luz… pero no
eran los mismos... ¡Y la chiquita no era la chiquita!
¿Se había muerto? ¿Estaba loco?
¡Pero él sentía que estaba vivo! Escuchaba… veía...como se oye y se ve en las
pesadillas.
Lo llevaron a la botica en hombros,
y allí lo dejaron, porque la niña se asustaba de él. Luz fue con Juan... y a
nadie se extrañó que fuera del brazo y que ella abandonara, casi moribundo, a
su marido. No podía moverse, no podía gritar, decir: "¡Soy Rip!"
Por fin, lo dijo, después de muchas
horas, tal vez de muchos años, o quizá de muchos siglos. Pero no lo conocieron:
no lo quisieron conocer.
—¡Desgraciado! ¡Es un loco! —dijo el
boticario.
—Hay que llevárselo al señor alcalde
porque puede ser furioso —dijo otro.
—Sí, es verdad; lo amarraremos si
resiste.
Y ya iban a liarlo, pero el dolor y
la cólera habían devuelto a Rip sus fuerzas. Como rabioso can acometió a sus
verdugos, consiguió desasirse de sus brazos, y echó a correr. Iba a su casa...
¡Iba a matar! Pero la gente lo seguía, lo acorralaba. Era aquello una cacería y
era élla fiera.
El instinto de la propia
conservación se sobrepuso a todo. Lo primero era salir del pueblo, ganar
el monte, esconderse y volver más tarde, por la noche, a vengarse, a
hacer justicia.
Logró, por fin, burlar a sus
perseguidores. ¡Allá va Rip como lobo hambriento! ¡Allá va por lo más
intrincado de la selva! Tenía sed.. la sed que han de sentir los incendios. Y
se fue derecho al manantial... a beber, a hundirse en el agua y golpearla con
los brazos... acaso, acaso a ahogarse. Acercóse al arroyo, y allí, en la
superficie, salió la muerte a recibirlo. ¡Sí; porque era la muerte, en
figura de hombre, la imagen de aquel decrépito que se asomaba en el cristal de
la onda! Sin duda, venía por él ese lívido espectro. No era de carne y hueso, ciertamente;
no era un hombre, porque se movía a la vez que Rip, y esos movimientos no
agitaban el agua. No era un cadáver, porque sus manos y sus brazos se torcían y
retorcían. ¡Y no era
Rip, no era él! Era como uno de sus abuelos, que se le aparecía para llevarlo
con el padre muerto. "Pero ¿y mi sombra?", pensaba Rip. "¿Por
qué no se retrata mi cuerpo en ese espejo?¿Por qué veo y grito, y el eco de esa
montaña no repite mi voz, sino otra voz desconocida?"¡Y allá fue Rip a
buscarse en el seno de las ondas! ¡Y el viejo, seguramente, se lo llevó con el
padre muerto, porque Rip no ha vuelto!
¿Verdad
que éste es un sueño extravagante?
Yo
veía a Rip muy pobre, lo veía rico; lo miraba joven, lo miraba viejo; a ratos
en una choza de leñador, a veces en una casa cuyas ventanas lucían cortinas
blancas; ya sentado en aquel sillón de otate y cuero, ya en un sofá de ébano y
raso... no era un hombre, eran muchos hombres... tal vez todos los hombres. No
me explico cómo Rip no pudo hablar; ni cómo su mujer y su amigo no lo
conocieron, a pesar de que estaba tan viejo; ni por qué antes se escapó de los
que se proponían atarlo como a loco, ni sé cuántos años estuvo dormido o aletargado
en esa gruta.
¿Cuánto
tiempo durmió? ¿Cuánto tiempo se necesita para que los seres que amamos y que
nos aman nos olviden? ¿Olvidar es delito? ¿Los que olvidan son malos? Ya veis
qué buenos fueron Luz y Juan cuando socorrieron al pobre Rip, que se moría.
La niña se asustó; pero no podemos culparla; no se acordaba de su padre.
Todos eran inocentes, todos erar buenos... y sin embargo, todo esto
da mucha tristeza.
Hizo
muy bien Jesús el Nazareno en no resucitar más que a un solo hombre, y eso a un
hombre que no tenía mujer, que no tenía hijas y que acababa de morir. Es bueno
echar mucha tierra sobre los cadáveres.
1 comentario:
Buen cuento, de mis favoritos; tenía ya rato buscandolo...gracias por subirlo.
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